Tras unas semanas en que por motivos personales he estado más alejado de la lectura de lo que es habitual en mí, regreso a estas pequeñas reseñas con un curioso e interesante libro.
Emmanuel Carrère (Paris, 1957) es un escritor, guionista y realizador francés muy conocido en su país, sobretodo desde la aparición de "El adversario" (1998), fenómeno editorial traducido a muchas lenguas que narra a modo casi de periodismo de investigación la vida de Jean-Claude Romand, que asesinó a sus padres, mujer e hijos para preservar la falsa vida que había llevado ante ellos durante veinte años. Esta obra, llevada al cine en más de una ocasión, fue el punto de inflexión que decidió al autor a dejar de escribir novela para centrarse en obras de investigación, eso sí, con un estilo muy personal y utilizando recursos típicos del mundo de la narrativa. Licenciado en Ciencias Políticas y con experiencia como crítico de cine, es un gran aficionado al séptimo arte. En el año 2011 recibió el prestigioso premio Renaudot por su biografía sobre el disidente ruso Limonov, con quien convivió unas semanas en Moscú para preparar su libro.
"El Reino" (Anagrama, 2015) continúa con la tradición de obras de no-ficción del autor, aunque a veces es realmente difícil enmarcar su estilo en un género concreto, ya que está a caballo entre la investigación histórica, el ensayo y la narrativa, dependiendo de los fragmentos. En el libro, y utilizando como excusa el hecho de que 20 años atrás y en medio de una crisis personal se transformó en un creyente acérrimo, Carrére, desde su visión laica actual, aborda la historia del cristianismo mediante la investigación de los textos evangélicos, con especial atención al Evangelio de Lucas y a los hechos de Pablo. En muchos momentos, el autor ejerce de exégeta, dando una visión muy personal de los textos y de lo que narran. Se entremezclan además, como es habitual en su estilo literario, vivencias y reflexiones personales que intentan enmarcar algunas de sus opiniones.
Sabiendo el tema en que se centra el libro, puede no resultar atractivo a los lectores no interesados en estas disquisiciones históricas. Sin embargo, la agilidad y el tono levemente irónico y mundano utilizado hacen que la narración resulte muy entretenida la mayor parte del tiempo. Hay que tener en cuenta que la perspectiva del autor es laica, no pretende en ningún caso "evangelizar" a nadie, sino poner de relieve una serie de investigaciones y reflexiones realizadas por él mismo y por otras personas con las que colaboró en relación con el análisis de los Evangelios. Como en otras de sus obras, Carrère utiliza como recurso la narración de determinadas experiencias personales que a veces actúan como una "repesca" de aquel lector que se aburra, como cuando de pronto y sin venir demasiado a cuento nos explica en este libro sus experiencias con la pornografía a través de internet. Evidentemente, el autor pone bastante de su parte en algunas de las interpretaciones que hace de varios pasajes de los Evangelios, pero esto es precisamente lo que le da al libro su frescura e interés. En definitiva, una obra interesante, que nos enseña algunas cosas y nos da un marco de referencia valioso para profundizar en el tema, si así lo queremos. Muy recomendable.