Sin pretender que suene a esnobismo pseudo-intelectualoide, lo cierto es que veo muy poco la televisión. No estoy enganchado a ninguna serie, concurso o informativo, y cuando tengo algo de tiempo libre suelo dedicarlo sobretodo a la lectura. Sin embargo, una serie policíaca consiguió captar mi atención, quizá porque su puesta en escena sencilla, elegante y con un humor fino e inteligente me cautivó. Hablo de "El comisario Montalbano", serie italiana basada en las aventuras de un comisario de policía en una comarca de Sicilia, y de los personajes que lo rodean.
Estos personajes se los debemos a Andrea Camilleri (Sicilia, 1925), guionista, director de teatro y televisión y novelista de éxito. Éxito tardío, ya que su gran protagonista, Salvo Montalbano, se daría a conocer cuando Camilleri tenía más de 70 años. El nombre del personaje, tal y como el mismo autor indica, se debe en parte por ser un apellido común en Sicilia, y en parte como homenaje a Manuel Vázquez Montalbán, cuyo personaje, el detective Carvalho, es una de las debilidades del italiano.
Salvo Montalbano es un personaje muy peculiar. Lector voraz, amante del arte y la gastronomía, con muy poca paciencia y carácter a ratos insufrible, ejerce como comisario de policía en la localidad inventada de Vigàta, en Sicilia. Como no podía ser de otra manera, sus caminos se cruzan a menudo con la mafia, pero no es esa la esencia de sus aventuras en absoluto. Sus casos suelen ser relativamente comunes, sin necesidad de grandes tramas detectivescas, en un entorno marítimo agradable. El resto de personajes son sus compañeros en la policía, como su fiel Fazio, Augello o el telefonista Catarella y sus problemas de dicción. En todo caso, el comisario posee una inteligencia aguda y sagaz, y capta detalles que sus compañeros pasan por alto continuamente.
"Un mes con Montalbano" (Salamandra, 2002) es una recopilación de 30 relatos cortos en los que encontramos asesinatos, robos, infidelidades, excentricidades y todo tipo de situaciones en que nuestro protagonista pone a prueba sus capacidades. También nos muestra su carácter, con sus rarezas pero, por encima de todo, de gran nobleza. Siempre ambientado en un entorno de un pequeño pueblo y, por supuesto, con vistas al mar, del que Montalbano es un gran amante.
La prosa de Camilleri es sencilla y elegante, salpicada de un humor inteligente que hace que leer sus obras sea un ejercicio realmente agradable. Uno de esos libros que nos permite evadirnos a ratos sin necesidad de grandes epopeyas. Muy recomendable.