Martin Amis (Oxford, 1949) es un escritor y periodista inglés que, como la mayor parte de los de su generación, no está exento de polémicas y controversias. Hijo del también escritor Kingsley Amis, trabajo como periodista en diferentes periódicos hasta su consagración como novelista en 1979, tras su primera y exitosa obra "El libro de Rachel" (1973) a la que siguieron dos libros de carácter mordaz y satírico, "Niños muertos" (1975) y "Éxito" (1978). Amis forma parte de una selecta generación de grandes escritores británicos de la época de posguerra, junto con otros de la talla de Ian McEwan, Kazuo Ishiguro, Julian Barnes o Graham Swift. Considerado uno de los mejores novelistas ingleses actuales, su estilo, a veces oscuro y descarnado o cínico y mordaz, está presente en todas sus obras.
"Tren nocturno" (Anagrama, 1998) es una novela en que la oscuridad está presente de forma incesante y perturbadora. La trama gira alrededor de Jennifer Rockwell, joven y hermosa científica de éxito, hija de Tom Rockwell, jefe de policía de la ciudad, y casada felizmente con Trader Faulkner, joven profesor y pensador. Ambos forman una pareja envidiable desde todos los puntos de vista. Guapos, brillantes, de buena posición económica y muy enamorados, encarnan la pareja de cine que todos envidiamos. Pero un buen día, Jennifer aparece muerta de un disparo en la cabeza, y todo hace pensar en suicidio. Las dudas de Tom Rockwell meten en danza a la detective Mike Hoolihan, que se siente en deuda con Tom y su familia tras haberle ayudado años atrás a superar su alcoholismo y sus tendencias destructivas. Mike, a diferencia de Jennifer, es hombruna y carga con un duro pasado de abusos sexuales, pero también es una mujer de gran inteligencia e instinto, además de conocer bien a la familia de la muerta. En un entorno opresivo y muy duro, los hechos se desarrollan hasta el final de las investigaciones de la detective.
En ocasiones se ha clasificado a esta novela de Amis como una incursión del autor en la novela negra, pero estoy en desacuerdo con esa opinión. El hecho de que el entorno de los personajes se sitúe en la policía no le da al libro un carácter policíaco al uso. El hilo principal de la narración es el sinsentido, la necesidad de un motivo, de un culpable, cuando las circunstancias parecen tan absurdas que nuestro cerebro no es capaz de recomponer las piezas de forma eficaz. De alguna manera, el caos entra a formar parte de la vida de los protagonistas de la novela, desde que un hecho sin ninguna razón aparente entra en tromba en sus vidas. La narración del autor, siempre envuelta en sombras, claustrofóbica y, a ratos, agobiante, nos cuenta de forma magistral esa inmersión en lo irracional que impregna toda la obra dándole una sensación casi de irrealidad. No es una historia que muchos autores puedan contar. Es necesario un talento como el de Martin Amis para escribir sobre algo así. Una novela soberbia.
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